En la carrera por revolucionar la movilidad eléctrica, las baterías de estado sólido se han posicionado como el “santo grial” del almacenamiento energético. Prometen mayor autonomía, una seguridad mucho más elevada, menor degradación con el tiempo y tiempos de carga muy reducidos. Sin embargo, esta tecnología aún no ha llegado a los coches que conducimos día a día.
Aunque algunos prototipos ya están en pruebas reales, la comercialización masiva parece estar todavía a unos años de distancia. Desde el renting de coches exploramos qué son las baterías de estado sólido, qué avances se han conseguido hasta ahora, qué obstáculos frenan su despliegue y qué marcas lideran esta nueva etapa en la electrificación.
¿Qué es una batería de estado sólido?
Para entender por qué esta tecnología ha generado tanta expectación, es importante saber en qué se diferencia de las baterías de iones de litio que actualmente equipan los coches eléctricos.
Las baterías de estado sólido utilizan un electrolito sólido en lugar del líquido o gel presente en las baterías convencionales. Este pequeño cambio en la química interna lo transforma casi todo: desde la seguridad hasta la eficiencia energética.
El electrolito sólido, que puede estar hecho de cerámica, polímeros o compuestos vítreos, elimina riesgos como la inflamabilidad, las fugas y los sobrecalentamientos que pueden provocar incendios, como ha sucedido en algunos casos con coches eléctricos actuales.
Pero no solo se trata de seguridad. Las baterías de estado sólido pueden alcanzar una densidad energética entre un 50 % y un 100 % superior a las baterías actuales. Esto significa más autonomía en el mismo espacio. También presentan menos degradación con el tiempo, lo que prolonga su vida útil.
¿Por qué aún no están en todos los coches eléctricos?
A pesar de las ventajas, su fabricación presenta desafíos complejos. Actualmente, producir una batería de estado sólido es muy caro y difícil de escalar a nivel industrial. Se necesitan materiales específicos, procesos extremadamente precisos y nuevas cadenas logísticas.
Uno de los mayores retos técnicos es la interfaz entre el ánodo y el electrolito sólido, que tiende a presentar problemas de contacto, resistencia y degradación con el uso. También es complejo fabricar estas baterías a temperaturas compatibles con la producción en serie.
Por eso, aunque hay prototipos funcionales, ninguna marca ha logrado integrarlas aún en un coche eléctrico de producción masiva. Pero esto podría cambiar más pronto de lo que creemos.
¿Qué marcas están liderando su desarrollo?
Hay un buen número de fabricantes que están apostando fuerte por las baterías de estado sólido, cada uno desde su enfoque particular.
Toyota: la más adelantada
Toyota es probablemente la marca que más ha invertido en esta tecnología. En 2023, la firma japonesa anunció haber logrado una batería de estado sólido con 1.200 kilómetros de autonomía y un tiempo de carga inferior a 10 minutos. Sus planes apuntan a que podría estar lista para producción entre 2027 y 2028.
Aunque Toyota ha sido criticada por tardar en electrificar su catálogo, con esta tecnología busca posicionarse en la vanguardia. Su alianza con Panasonic (a través de Prime Planet Energy & Solutions) refuerza su estrategia a largo plazo.
Solid Power y BMW
Otra de las startups más prometedoras es Solid Power, con sede en Estados Unidos. Está respaldada por BMW y Ford, que han invertido millones en el desarrollo de sus prototipos.
Solid Power comenzó a entregar celdas a BMW en 2023 para que pudieran realizar pruebas en laboratorio. La intención es que ambos fabricantes integren esta tecnología en sus futuros modelos de gama alta a partir de 2027.
QuantumScape y Volkswagen
QuantumScape es otra empresa clave. Nacida en California y apoyada por Volkswagen, asegura que sus baterías de estado sólido permitirán coches eléctricos con 80 % de carga en 15 minutos y una vida útil de más de 500.000 kilómetros.
Aunque sus productos aún están en fase de validación, Volkswagen ha anunciado que integrará esta tecnología en algunos modelos de su grupo (incluidos Audi y Porsche) a finales de la década.
Basquevolt: la apuesta española
En Europa, Basquevolt es uno de los actores emergentes más relevantes. Esta startup con sede en Álava trabaja para lanzar su primera fábrica de baterías de estado sólido en 2027. Ya ha entregado prototipos funcionales a clientes de sectores como la automoción y la aeronáutica.
Con apoyo institucional del Gobierno Vasco y colaboración con centros tecnológicos como CIC energiGUNE, Basquevolt quiere ser una alternativa continental a las empresas asiáticas y americanas.
¿En qué punto exacto estamos en 2025?
Actualmente, la tecnología ya ha superado la fase de investigación básica. Existen múltiples prototipos funcionales que están siendo probados en condiciones de laboratorio e incluso en carretera. Algunas de las conclusiones más importantes en esta etapa de desarrollo son:
- Se ha logrado aumentar la estabilidad térmica de los electrolitos sólidos.
- Los ánodos de litio metálico ya son más viables gracias a nuevas configuraciones que reducen la formación de dendritas.
- Las celdas de estado sólido ya pueden fabricarse en tamaños compatibles con módulos para coches eléctricos, aunque el coste sigue siendo elevado.
Según la consultora BloombergNEF, las baterías de estado sólido podrían alcanzar competitividad comercial entre 2028 y 2030, momento en el que comenzarían a sustituir progresivamente a las baterías de iones de litio.
¿Qué ventajas traerán a los coches eléctricos?
La llegada de las baterías de estado sólido será un cambio de paradigma para la industria automotriz. A continuación, algunas de sus principales ventajas prácticas para el usuario:
Mayor autonomía
Al poder almacenar más energía por unidad de volumen, un coche eléctrico con batería de estado sólido podría ofrecer entre 800 y 1.200 kilómetros de autonomía real, eliminando de una vez la “ansiedad por la autonomía” que todavía existe en muchos usuarios.
Menor tiempo de carga
Estos nuevos acumuladores permitirán recargas del 80 % en menos de 10 minutos, muy por debajo de los 30-40 minutos que requieren los modelos actuales con cargadores rápidos.
Más seguridad
La eliminación de electrolitos líquidos inflamables reducirá significativamente el riesgo de incendios, sobre todo tras accidentes. Además, se podrá prescindir de sistemas de refrigeración complejos.
Larga vida útil
La degradación será menor, por lo que las baterías mantendrán su capacidad por más de 300.000 o 500.000 kilómetros, incluso con cargas rápidas frecuentes. Esto aumentará el valor residual del coche eléctrico.
¿Cuándo veremos coches con baterías de estado sólido en la calle?
La mayoría de los fabricantes coincide en que los primeros modelos de producción con baterías de estado sólido llegarán entre 2027 y 2030. Al principio, será en coches de gama alta y bajo volumen, ya que el coste de fabricación será más elevado que el de las baterías de iones de litio.
Con el tiempo, y gracias a economías de escala, la tecnología se democratizará y llegará a modelos más accesibles. Esto supondrá una revolución similar a la que en su momento provocaron los motores turbo o la inyección electrónica.
Las baterías de estado sólido no son una promesa vacía: están en camino y cada vez más cerca. Aunque todavía no están listas para producción masiva, las inversiones en investigación y desarrollo avanzan a buen ritmo y los fabricantes ya trabajan con plazos definidos.
La próxima generación de coches eléctricos será más autónoma, segura, rápida de cargar y duradera. La transición hacia la movilidad eléctrica entrará en una nueva fase, y las baterías de estado sólido serán uno de sus pilares fundamentales.